La idea de que las Tecnologías de la
Información y Comunicaciones (TIC) pueden funcionar como factores de
cambio y desarrollo para las zonas agrarias y marginales del Perú ha
tratado de ser aplicada por los últimos gobiernos con resultados, en
general, limitados.
ESCRIBE: ING. LECH PAVEL BARRUETA ARIZÁBAL
Y no es que las TIC no puedan ser
herramientas válidas para este tipo de entornos. Así, podemos nombrar a
las soluciones desarrolladas por los Ministerios de Agricultura y de las
TIC de Colombia: Celuagronet (servicio de mensajes de texto-SMS) y
Agroprecios/Agroclima (aplicativos móviles). Estas brindan a los
agricultores colombianos información de utilidad para su actividad.
También vale la pena mencionar a M-PESA,
un sistema que permite a aquellas personas que no tienen acceso al
sistema financiero poder realizar transacciones monetarias a través del
teléfono celular. Se inició en Kenia y ha expandido sus servicios a
varios países de África y Asia.
Comparando estos proyectos con los
realizados en nuestro país, nos damos cuenta de que la principal
diferencia es que en el Perú usualmente el trabajo se ha orientado
hacia la infraestructura y la conectividad, olvidando otros elementos
igual de fundamentales:
a. Desarrollo de servicios y contenidos que utilicen la infraestructura desplegada.
b. Capacitación para el aprovechamiento de toda la plataforma.
c. Participación de los usuarios finales para identificar sus necesidades (si las hubiera).
Al final, después de toda la inversión
hecha, terminamos con los “beneficiarios” que no pueden o no saben
utilizar la tecnología que tienen a la mano. Ni se reduce la brecha
digital ni menos aún se consigue un mejoramiento en la vida de los
“beneficiarios”. El Plan Huascarán de Alejandro Toledo o Una Laptop
por Niño de Alan García son buenos ejemplos de lo señalado.
Poniéndolo más claro, para una correcta y
sostenible aplicación de las TIC en estas zonas tan complicadas de
nuestro país se requiere que las autoridades lleven a cabo una completa
estrategia de difusión, trabajando con la empresa privada, las
universidades, etc. y que traten a las TIC como herramientas que puedan
hacer la diferencia y no como simples medios para obtener buenos y
efímeros titulares en la prensa.
Queda por ver si el proyecto estrella
de turno, la intención del Gobierno de Humala de utilizar el dinero
electrónico como “instrumento de inclusión financiera”, significa un
cambio en lo visto hasta ahora. Sinceramente, no hay espacio para el
optimismo.
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